Para algunas personas, la palabra montaña evoca imágenes de verdes prados alpinos y arroyos balbuceantes en los valles. Y la mente de alguien imagina picos enormes y severos cubiertos de hielo. Una cosa es cierta: las montañas son muy diversas. De forma muy convencional, pueden dividirse en tierras bajas, medias y altas. También los sistemas montañosos difieren según su edad, las sutilezas de la estructura geológica y el origen.

¿Y quién va a las montañas? Hay dos grandes grupos de personas: los turistas (de montaña) y los montañeros. Tienen mucho en común, pero no por ello son menos diferentes. Son como los esquiadores y los practicantes de snowboard, los aficionados a los equipos fotográficos Capon y Nikon o los procesadores Intel y AMD.

Desde el punto de vista financiero, hay dos caminos hacia las montañas: la línea comercial o la línea deportiva.

Empecemos por el comercio: aquí es sencillo. Hoy en día se pueden encontrar muchas empresas en Internet que ofrecen excursiones y subidas a los picos. Sólo tienes que comprar un viaje, y la empresa se encarga de todos los detalles.

Le recibirán en el aeropuerto o en la estación de tren, organizarán el traslado desde el campamento base, organizarán el alojamiento, le proporcionarán un programa preparado de aclimatación y ascenso, así como guías. Le ayudarán con el equipo que le falte, en una palabra, con todos los problemas a los que pueda enfrentarse una persona sin experiencia.

Además de las empresas, también hay guías que trabajan individualmente. Desgraciadamente, a veces podemos encontrarnos con personas poco profesionales en este campo, que representan un peligro para ellos mismos y para los clientes. Lamentablemente, por ahora en el ámbito del montañismo comercial y el turismo prevalece el vacío legal. Cualquiera puede llamarse a sí mismo guía de montaña, reclutar a un grupo de personas y llevarlas a algún lugar.